WeWork en México y el futuro del cowork
En 2021, justo antes de salir a bolsa, WeWork hizo un spinoff de sus operaciones en Latinoamérica. ¿Qué retos enfrenta, ahora que la empresa original entra a Chapter 11?
Para efectos prácticos, 2019 y 2020 fueron desastrosos para WeWork. Primero, en 2019 la empresa quedó ‘desenmascarada’ cuando intentó hacer su IPO. Su reputación — y sobre todo la de su fundador — cayó al piso y se convirtió en la empresa referente de los excesos en el ecosistema emprendedor. Luego llegó la pandemia y con ello, las medidas de aislamiento. Todo cerrado e imposible vender espacios de oficinas.
2021 parecía ser el año en el que la cosa se podría estabilizar. En todo el mundo, las startups recibían miles de millones de dólares de inversión y crecían a ritmos insólitos, con lo que necesitaban más y más espacio para oficinas. Algo similar sucedía con empresas de tecnología. Y con las ‘meme stocks’, las SPACs, la obsesión por empresas como Pelotón y Zoom, y las plataformas tipo RobinHood, las bolsas tenían más actividad que nunca.
Para SoftBank — que desde 2019 se había quedado con cerca del 80% de las acciones de WeWork — era el momento ideal para ir poniéndole fin a esta emproblemada aventura. Muy acorde al momento, decidieron fusionar WeWork con una SPAC y así empezar a vender sus acciones en el mercado.
Pero antes había que prepararla. Después de lo sucedido en 2019 estaba claro que inversionistas y analistas serían especialmente estrictos con WeWork; mejor primero ordenarla lo más posible. Una de las decisiones que tomaron entonces fue escindir el negocio de Latinoamérica.
En 2021, WeWork tenía presencia en 18 ciudades de América Latina, con cerca de 90 ubicaciones. Su tasa de ocupación llegaba apenas a 50%.
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