Todas las mañanas paso por el mismo semáforo en la zona de Valle Alto/Sierra Alta, en el sur de Monterrey. No es el más concurrido ni está presente en una avenida principal, aunque sí es una zona de alto tráfico (frente a una escuela y con poca presencia de oficiales de tránsito).
Ahí siempre veo al mismo malabarista pidiendo propinas. Le di algunos pesos en un par de ocasiones, hasta que pensé que podía mejor ofrecerle una oportunidad de trabajo. Lo abordamos para proponerle que realizará ese mismo trabajo de malabarista en una de las plazas comerciales que administramos en nuestra empresa (ofreciéndole pagarle por ello, por supuesto).
Nos rechazó. Nos argumentó que gana $700 pesos la hora. Explicó que ha estudiado cuáles son los cruces más rentables en la ciudad, y que como cuenta con su propio auto, se va moviendo por la zona metropolitana conforme más le conviene.
Suponiendo que trabaja cinco horas diarias, cinco días de la semana, su ingreso mensual podría ser de unos $70 mil pesos. Según la encuesta 2022-23 de Michael Page, esta cifra lo colocaría en el equivalente de una posición gerencial.
Además, el malabarista nos dijo que coordina alrededor de 15 mimos y malabaristas que trabajan en diferentes cruceros. Él los entrena, nos comentó, y dada su “inteligencia de mercado” sabe dónde colocarlos (y él los transporta). A cambio, les cobra una cuota mensual.
Para efectos prácticos, este malabarista es un micro empresario: invirtió capital en su auto y materiales, cuenta con “empleados” que ofrecen un “servicio” y cobra por ello. Claro, todo esto sucede en la informalidad y sin tener que pasar por el SAT.
De acuerdo de datos del INEGI, la economía informal representa el 55% de la población ocupada.
Esto tiene muchas implicaciones. Al dejar de cobrarles sus respectivos impuestos, se le tiene que cargar más la mano a las empresas formales. Además, implica que hay una población importante que es vulnerable en temas de salud y retiro.
Pero la mayor implicación está en el largo plazo: la productividad del país se estanca y por ende los salarios y el bienestar, también,
En “Buenas intenciones, malos resultados”, Santiago Levy — quien fue Secretario de Hacienda con Carlos Salinas y Secretario del Instituto Mexicano del Seguro Social con Vicente Fox — señala que durante las últimas dos décadas la productividad de México prácticamente no aumentó.
En México, explica Levy, tenemos políticas públicas que fomentan el mantener nuestras empresas chicas e improductivas — y a muchas de éstas, en la informalidad. Los incentivos microeconómicos están mal diseñados, castigan la eficiencia, la productividad y la transformación.
El 95% de las empresas en el país (más todos aquellos en la informalidad) tienen menos de diez empleados: un tamaño que por lo general no les permite acceder a crédito que les facilitaría escalar el negocio y generar mayor capacitación, aprendizaje y productividad. Qué decir de aquél malabarista.
El reto entonces no está solo en formalizarlas, sino en hacerlas crecer. En que sean más productivas, que desarrollen más conocimiento y que generen productos y servicios de mayor valor agregado. La pregunta no está en cómo formalizar al malabarista, sino cómo podemos impulsarlo para que escale, crezca y genere mayor valor.
Pensemos que este malabarista — que sin duda cuenta con habilidades de emprendimiento — soñara con pasar de ser el entretenimiento en el semáforo, al creador del próximo Cirque Du Solei.
¿Qué tiene que hacer?
De entrada, formalizarse y pagar impuestos. Un paso que por si solo tiene un impacto casi nulo pues formalizarlo bajo los esquemas actuales serviría de muy poco mientras se mantenga pequeño. Contrataría a un abogado que le daría su acta constitutiva y su contador lo registraría ante el SAT como un pequeño contribuyente. Su impuesto a la renta sería alrededor del 2%.
Después tendría que apostarle al crecimiento y probablemente requerir de algún tipo de financiamiento. Sin acceso a bancos sus opciones son limitadas o sumamente onerosas y riesgosas.
Tendría también que contratar gente, pagar seguro social, estar sujeto a restricciones en el despido y a retener el impuesto de la renta de sus trabajadores. Hoy, no tiene que hacerlo, puede “despedir” sin problema, no pagar seguro social y evitarse trámites ante el SAT.
Por otro lado, crecer significaría migrar a un régimen fiscal mas complejo y de mayor costo que lo incentiva hoy a mantenerse chico, improductivo, e informal.
Un camino cuesta arriba. En su mente probablemente piensa “si gano bien, he mejorado mi calidad de vida, ¿para que meterme en tanto lío?”
O sea, un desperdicio de talento y un retroceso en la productividad del país.
Los esfuerzos que realizamos desde el sector empresarial deben enfocarse en promover reformas que simplifiquen el sistema fiscal y laboral, y que faciliten también el acceso a crédito — todo con el objetivo de crear un ecosistema que impulse no solo la formalidad, el emprendimiento y la creación de nuevas empresas, sino el crecimiento de las que ya existen.
En el fondo, no se trata nada más de tener mas empresas formales, sino empresas mas productivas. Se trata de servir la mesa para lograr que de algún malabarista en los semáforos del país, salga algún día el siguiente Cirque Du Solei…o por lo menos, un montón de empresas de entretenimiento.
Eugenio Garza de la Puente es empresario, maratonista, apasionado del deporte ecuestre, esposo, papá de cuatro niñas y ocasionalmente, columnista. Economista y politólogo por Northwestern, MBA de Kellogg School of Management, y MPA de Harvard Kennedy School.
Gracias por compartir. Muy interesante hasta donde llegó la propuesta de trabajo. Generalmente creemos que están ahí porque "no hubo de otra".
Respecto a la formalización, el reto de este y otros países es lograr que sea una herramienta que permita escalabilidad, protección y no un obstáculo. Ahí es donde nos tenemos que quebrar la cabeza. Actualmente es un reto simplemente darse de alta. Podríamos pensar en incentivos fiscales, programas de educación financiera y simplificación de trámites.
Es muy cierto, que la mayoría de los comerciantes informales no cuentan con la comprensión ni herramientas para entender el sistema. De hecho, hay gente con educación superior de primer nivel, que no cuenta con la comprensión ni herramientas para entender el sistema. La información sobre trámites, impuestos y deducciones debería ser de dominio público y parte de la educación básica.
Completamente de acuerdo con tu artículo Eugenio!