Lego se desarmó para crear un hub juguetero en México
Un recorrido por la planta de Lego en Nuevo León
“Si no funciona, desármalo”. Ningún ejecutivo de Lego jamás ha dicho tal frase pero parecería que la filosofía entera de este gigante danés se basa en esta premisa. Desde la lógica detrás de sus juguetes, que llegan al consumidor hechos pedazos, hasta las decisiones que sacaron a la empresa del hoyo financiero en el que estaba hasta hace una década, Lego siempre se está reconstruyendo.
Una pieza clave en su reconfiguración en los últimos diez años ha sido México y, en específico, un municipio en las afueras de Monterrey. Ahí viajó Whitepaper este mes, a la fábrica de Lego en Ciénega de Flores. Hoy, es la planta de Lego más grande del planeta gracias a una confluencia de ventajas locales. Son beneficios que hacen que cada vez más empresas busquen establecerse en la zona y que han convencido a Lego de apostar tanto por el país. De haber ido Whitepaper hace un año o si regresara el año que entra, la planta de Legos estaría y estará irreconocible. La razón es que Lego en México no deja de crecer.
Desde que se estableció en Nuevo León en 2008, Lego ha invertido más de $2 mil millones de dólares. De esos, $200 millones se anunciaron hace apenas un mes. Antes de eso, en agosto del año pasado, invirtieron otros $500 millones. Es un crecimiento cuya lógica se le puede atribuir a una empresa que le está apostando fuertemente a la manufactura de juguetes. Esta conclusión podría parecer ser una fuerte candidata al premio de Obviedad del Año —una empresa de juguetes hace juguetes, ¿no?—. Pero no obedecer esta lógica tuvo a Lego al borde del abismo hace no mucho.
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