Breve historia de Chipinque
Es un referente en Monterrey. Lo que es menos conocido es cómo llegó a ser lo que es hoy - y el rol que jugó la comunidad empresarial para lograrlo
En la casa había unos 200 “conspiradores”, y en la balacera, al menos un par de ellos perdieron la vida. La mayoría de los rebeldes lograron escapar — se fugaron “hacia las montañas” — aunque siete de ellos sí alcanzaron a ser detenidos por las fuerzas federales.
Desde unos días antes, pequeñas bandas de rebeldes habían estando agitando a la población. Las autoridades concluyeron que todo era parte de un plan para tomar la ciudad y desde ahí lanzar una ofensiva con el objetivo de revertir los resultados oficiales de las elecciones.
“Mexican Army Nips Monterrey Revolt”, lee el título de la nota que aparece en la portada de la edición del 2 de octubre de 1940 del New York Times.
Detrás de toda esta revuelta estaban los seguidores del General Almazán y la intención de tomar el norte de México — así fuera por la fuerza.
El país pasaba por un momento muy tenso.
Juan Isidro Andreu Almazán nació en el municipio de Olinalá, en Guerrero, en 1891. Estuvo muy activo durante la Revolución (primero como maderista, luego zapatista, luego a favor del presidente Victoriano Huerta). Después ocupó varios puestos oficiales, y para 1925 se convertiría en el comandante de la Zona Militar en Nuevo León.
Estaba enamorado de la Sierra Madre. Habría mandado batallones a su cargo para hacer un camino que permitiera llegar a la zona (que terminaría siendo la base de la avenida Gómez Morín) y en 1936 se construyó una casa en la montaña, para él, más seis ‘chalets’ de una colonia veraniega a la que bautizaría como Olinalá. Quería hacer un fraccionamiento en la montaña, para comercializarlo.
En aquellos años, el presidente Lázaro Cárdenas lideraba un movimiento hacia la izquierda.
“Monterrey’s small businesses, as well as large industries have been suffering heavily of late from President Cardenas’ present policies. Prohibitive tariffs and the falling peso have made it unprofitable to import the usual materials for manufacturing. Added to this are intrusion quarrels between four groups of unionists in search of power”, expresó un artículo del New York Times de 1938.
El General Almazán había respaldado a Cárdenas en las elecciones de 1936, pero ahora no estaba contento con el rumbo que llevaba el país. De acuerdo con el mismo artículo, Almazán llevaba años protegiendo a la iniciativa privada en Nuevo León (“Monterrey’s manufacturing industries, numbering 438, have been protected from the worst of union difficulties”), pero esto, para él, ya no era suficiente.
En las siguientes elecciones presidenciales, aparecería en las boletas como candidato. Su oponente: Manuel Ávila Camacho.
En agosto de 1939, una multitud de cerca de 100 mil personas ovacionaría su llegada a la Ciudad de México, de acuerdo con el New York Times. Basaba sus propuestas en atraer inversión extranjera y frenar el crecimiento desmedido de ciertos sindicatos (particularmente, la CTM).
La campaña fue intensa — y peligrosa.
Al final, en una jornada en la que se registrarían al menos 48 muertos, “ganó” el PRI. El resultado oficial fue 17 votos a 1, a favor de Ávila Camacho. De acuerdo con los resultados oficiales, Almazán habría alcanzado apenas 129 mil votos, contra 2.2 millones del candidato oficial.
Leyendo titulares de la época, todo indica que la cosa se complicaría. Almazán tenía un enorme respaldo en el norte del país, así como importantes seguidores en el ejército. En diferentes lugares se registraban manifestaciones, algunas de las cuales terminarían en balaceras. Circulaban rumores de una “junta de gobierno” organizándose desde San Antonio, Texas. Campesinos armados llegaban al centro del país para defender al sucesor de Cárdenas. Conspiraciones por todos lados, incluyendo el intento de tomar Monterrey por la fuerza.
Y todo esto, mientras el mundo ardía con la invasión de los Nazis de Europa.
A finales de noviembre, Almazán oficialmente dejó de reclamar la presidencia. Se retiraría a una casa en Coyoacán, en donde permanecería hasta su muerte en 1964.
No hay registro de que haya regresado a Nuevo León — y menos a su casa en la montaña.
Pero la montaña era suya. Lo que hoy conocemos como Chipinque era, todo, suyo. Por años se rumoró que con esas tierras — que décadas antes habían sido señaladas como un parque nacional — le pagaron para que dejara de pelear por la presidencia.
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