Acero regiomontano: Deacero
Deacero es una de las empresas privadas más grandes en México, pero compite en una industria compleja y en donde los demás jugadores son gigantescos.
Al final del artículo incluimos una versión resumida en audio.
Raúl Gutiérrez Durán describe sus rejas con más pasión que un chef explicando el platillo estelar de un restaurante con estrellas Michelin.
“Viene electrogalvanizada y trae 3 capas: zinc, primer y la pintura horneada. El pliegue V le da resistencia para que no se pueda doblar”, explica. “En la línea de pintura la reja va pasando y usamos un sistema de pintura electrostática, la pintura se pega por positivo y negativo. Es a la perfección, por ‘micra’, y así queda la reja pintada. Eso impacta en la calidad y en lo que dura”.
Raúl es el director general de alambres y servicios operativos de Deacero —y uno de los 3 integrantes de la tercera generación que, hace cerca de un año, quedaron a la cabeza de los principales negocios de la acerera regiomontana.
Deacero tiene más de 70 años y con ventas anuales de más de $4,000 millones de dólares, es la segunda o tercera empresa privada más grande en Monterrey. Tienen un equipo de más de 11,000 personas, 3 acerías, más de 20 centros de reciclaje de chatarra y 14 plantas de alambre. El año pasado el acero que produjeron habría sido equivalente a reciclar unos 4 millones de autos —o en peso, más o menos igual a unos 600,000 elefantes.
La industria del acero es súper intensiva en capital; es cíclica y altamente afectada por tarifas y políticas públicas. Este tipo de condiciones fomentan la consolidación y, con ello, el surgimiento de gigantescas grupos acereros globales como los que hemos visto en las últimas décadas. En este entorno, Deacero encontró una fórmula que le ha permitido mantenerse independiente, en crecimiento, y mejorando incluso su rentabilidad.
Desde antes de que la industria siderúrgica comenzara a operar en 1903, la zona alrededor de Monterrey resultaba atractiva para los empresarios del acero debido a la presencia de yacimientos de hierro y carbón. Grandes empresas —y grandes fortunas— se construyeron alrededor del acero.
Primero estuvo la Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, creada en 1900. Las otras siderúrgicas históricas también nacieron en la primera mitad del siglo pasado. Luego surgió Hojalata y Lámina a principios de los cuarenta —Hylsa, que como cuenta la leyenda, nació con el objetivo de producir las corcholatas requeridas para la Cervecería. Aceros Planos de Monterrey (luego parte de Grupo IMSA) también se convertiría en un jugador importantísimo.
Por su parte, don César Gutiérrez comenzó en 1952 con una pequeña bodega desde la cual buscaba comercializar productos fabricados a partir del alambre (incluyendo ganchos para ropa). Una década más tarde, la empresa que se convertiría en Deacero, estrenaba ya una primera planta para producir malla ciclónica.
“Lo hacía con alambre de segunda —que compraba mi abuelo, don César— y con una máquina que hizo en su taller. Le había quitado el motor a una cortadora de pasto y con eso funcionaba la máquina para tejer la malla ciclónica”, dijo Raúl.
La segunda mitad del siglo fue más complicada para la industria. Comenzó con el declive de la Fundidora, que pasó a ser propiedad del gobierno en 1977 para posteriormente terminar quebrando alrededor de 1986.
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